El Señor nos concede un lugar en el ambón: lugar de la predicación de la Palabra, para que, mediante nuestra voz, pero principalmente desde nuestro corazón humilde y entregado, hagamos llegar al corazón de los fieles el menssaje que Dios tiene para cada uno .
"El lector de la Palabra no solo tiene un oficio en la Iglesia; no es digamos un simple predicador o lector y nada más, como quizás muchos lo ven o lo entienden. El proclamar la Palabra de Dios es una Misión Divina, y es una dignidad que no la puede ejercer cualquier persona que simplemente lea bien, si antes no ha penetrado en el contenido de esa Palabra, si no vive el mensaje de esa Palabra"
"Pues todo el que invoque el nombre del Señor se salvará. Pero ¿Cómo invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Cómo creerán en aquel a quien no han oído? ¿Cómo oirán sin que se les predique? Y ¿Cómo predicarán si no son enviados? Como dice la Escritura: ¡Cuán hermosos los pies de los que anuncian el bien!" Rom 10,13-15
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